martes, 25 de enero de 2011

CAMINO DE CASA

http://www.flickr.com/photos/williezgz/4026372067/

Algo me llamó la atención; quizá fuera sólo la dignidad que transcendía de su figura, aunque la soledad fuera tan patente.
Todos los días a las tres y media, atravieso una pequeña zona ajardinada, que a esa hora está siempre desierta, salvo este lunes. Él estaba sentado en uno de los bancos, ofreciendo su fisonomía al tibio sol, mientras sus manos descansaban en el usado bastón. Miraba a un lugar que parecía bascular entre la nostalgia, el desamparo y la espera.
Hoy es jueves y amenaza lluvia, noto que me voy acostumbrando a su imagen porque sé que voy a buscarlo, pero al mismo tiempo, deseo que no se haya arriesgado.
Sin embargo, en cuanto llego y miro, lo veo, casi en idéntica postura. Siento necesidad de acercarme y entablar conversación con él. Algo, a caballo entre la curiosidad y la inquietud, me tiene atrapado.
Me siento a su lado, mientras digo: “buenas”.
Él, giró su cabeza y me sonrió. Entonces vi en su mirada toda la tristeza del mundo.
Comenzamos a charlar del tiempo, de que si podía a llover, de que hacía un par de días que le observaba, de  si era nuevo en la zona, si estaba casado...
En cuanto  mencioné el matrimonio,sus ojos chispearon,  su mirada se llenó de ternura y comenzó a hablar.
- Hace dos meses que se me ha ido María -dijo-, hacia 56 años que estábamos casados. Somos de un pequeño pueblo, pero al jubilarnos, vendimos lo poco que teníamos y compramos un pisito, porque en el pueblo estábamos solos y nuestros tres hijos viven aquí. La echo mucho de menos y sólo espero que llegue mi momento para correr con ella. Sé que me espera.
- Y ahora ¿vive Vd. solo?.
- Si, mis hijos no tienen sitio, ya sabe, los nietos necesitan poder moverse, pero me dan la comida porque yo soy un desastre y no sé prepararla. Uno cada semana. María era la que se ocupaba de mi.
- Ya comprendo -digo-, esta semana le toca uno que vive aquí ¿no?
- No... bueno, si, bueno, no. Este jardín está de camino entre el piso y el de la pequeña que yo pensé que era la de esta semana....
Un tonto temor comenzaba a encogerme el estómago, pero aguardé que continuara, invitándole a seguir con mi actitud.
- Pero..., estoy ya tan torpe que me equivoqué. No era a su casa a la que tenía que ir y, no me esperaban..., así que no han podido darme la comida. Y no recuerdo qué casa me toca..., no me acuerdo.
- ¿Lleva sin comer todos estos días?.
- Mía es la culpa... ellos están siempre tan ocupados..., es la vida. Si estuviera mi María...
Aquel hombre me miró con sus vidriosos ojos, sonriendo con una ternura y una conformidad infinitas y yo no sé definir todo lo que sentí.


Nota:
Este texto está basado en una carta que hace muchos años leí en una revista. No la he olvidado.

14 comentarios:

josef dijo...

Es muy bueno pero realmente estremecedor....
Un abrazo.

Susi DelaTorre dijo...

Qué escalofrío!

Hay vidas, hay gentes, hay circunstancias que nos alborotan el sentir. ¡Comprendo tu recuerdo!

Un abrazo, cálida bloguera!!

mariajesusparadela dijo...

Los tiempos han cambiado, es verdad, pero eso no se le hace a un padre.
Tendremos que retomar los valores.
Bueno, quizá soy egoista: soy mayor.

matrioska_verde dijo...

¡que tristísimo! es terrible y más habitual de lo que podamos pensar.

¿has visto en las noticias estos días que en Japón van a aprobar una ley para que los hijos visiten al menos una vez a la semana a sus padres mayores?

nos estamos deshumanizando por completo.

biquiños,

Marisa dijo...

Es para no olvidarla,
que tristeza, que un hijo no
tenga un plato de comida para el padre.
Eres única,siempre tocando la fibra
con amor y con arte.

Un carro de bicos

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola amiga:

Me has emocionado.
Pobreciño y a veces pierden la memória.

Por esto cuando una pareja se llevan bien, a veces no necesitan de los hijos, mientras se tienen el uno al otro.

Biquiños, Montserrat

Elena dijo...

escalofríos.
qué miedo hacerse mayor.
qué miedo

Caminante dijo...

Terrible regreso, terrible por el relato que me ha tocado para ponerme al día. No puedo evitar que la carne se me ponga de gallina y las lagrimillas me suban a los ojos. ¿Y luego pretendemos llamarnos seres humanos?

Raposo dijo...

Triste, moi triste o relato, sobre todo porque sabemos que non está tan alonxado da realidade.

Ciudadano XXI dijo...

Hola. Un relato duro que, a pesar de exprimir la situación, no deja de ser creible (porque estas cosas pasan cada día). Un relato breve que daría para casi una novela.

ALBINO dijo...

Se base donde se base, el texto está muy bien escrito y refleja claramente lo que es la vejez en solitario, cuando uno vive casi en el abandono e incluso se pierde cuando va a buscar su plato de lentejas.
A los que todavía no nos llegó esa ocasión -pese a que los años ya han pasado- debemos agradecerlo y pedir que no nos sucedada.
Yo, al menos, se freir unos huevos, cocer un arroz, hacer una tortilla y, sobre todo, pedir por teléfono una poizza. Pero aun no me ha llegado la ocasión....y que tarde o mejor, que no se produzca.
Prefiero ir por delante.
Cariños

Chus dijo...

Quisiera decir tantas cosas, tantas que han pasado por mi cabeza estas últimas semanas, ese anciano bien podría ser mi padre, pero el nunca se equivocaría porque solo me tiene a mí, bueno tiene a mi madre pero ella la mayor parte del día no lo conoce, al principio fue muy duro sobre todo para él, ahora creo que ya se ha acostumbrado si es que una persona de 85 años puede acostumbrarse a que la compañera con la que has compartido toda tu vida no sepa quien eres, por otro lado veo a mi tía la pobre a caballo de sus dos hijos, y como dice el refrán "uno por otro la casa por barrer", en fin me hace daño pensar en estas cosas.
Un biquiño compañeira

de Avalon dijo...

Aparte de la historia, (qué más se puede decir de ella sino secarse la lágrima indiscreta que cae en silencio...) cuentas con claridad y limpieza muchas más cosas que el instante doloroso del vacío, la dependencia, la aspereza, está todo ahí.

Bicos, señora mía, siempre es un placer leerte tan lúcida y cuidadosa.

Cachito dijo...

Lo único que puedo decir es que, en estos momentos, estoy llorando.