lunes, 4 de mayo de 2009

ANTICUARIA EN CIERNES


Otro relato del juego en el que participo en GB. Esta vez las palabras que debíamos utilizar para hacer el texto eran:

Almoneda,
Aniversario,
Cenital,
Cola,
Descuajaringar,
Endilgar,
Nunca
.

Bien entendido que, como he explicado, yo todavía no sabía que tenía que limitarme a 200/400 palabras. Pero han sido generosos y me lo admitieron.


ILUSTRACIÓN: pastel de DARIUSZ TWARDOCH





Luego, más tarde, cuando ya habíamos conseguido endilgar a convecinos, amigos o no, todos aquellos cachivaches, supe que aquello que habíamos estado haciendo, era una almoneda. Hoy sé que, para definirlo así, habría que mirarlo con los ojos del amor que nuestros padres nos tenían.

Pero papá aprovechaba cualquier tanto, para enseñarnos algo de manera práctica.

Corría por nuestros días, un hermoso y caluroso verano de hace muchos años y estábamos de vacaciones escolares. Faltaban muy pocos días para el 26 de Julio que era, como decía papá: "el feliz aniversario de tu nacimiento". Hoy, seguro que mis hijos dirían simplemente: "es mi cumple" o "voy a estar de cumple", pero entonces, éramos un poco más formales, sobre todo los papás. Lo digo únicamente, para que el posible lector ocasional comprenda que, en tales fechas, mis padres me consentían algunas cosas que, en otros momentos, seguro que considerarían que era menester frenar. Y yo estaba "en racha", como decían los brutos de José y Mauro.

En el inspirador desván, que me acogía y escondía, ocultándome por un largo rato (cuando ya estaba harta de las tropelías y diabluras que mis hermanos me hacían), cuyo ambiente adornado con una pátina de polvo y años, estimulaba mi imaginación y siempre me había inspirado, había un grueso y desvencijado armario abarrotado de libros viejos. En ese lugar me refugiaba para esconderme y soñar, siempre en los momentos en los que los reductos de los miedos nocturnos estaban a buen recaudo; allí me disfrazaba, era madre, padre o maestra o el hada madrina de aquella muñeca rota.

Ese día, fueron los libracos los que atrajeron mi atención. Y allí, luego de abrirme paso ante una densa capa de polvo que me hizo estornudar unas cuantas veces, encontré un descuajaringado y breve cuento que trataba las desventuras de una familia muy pobre que había tenido que vender todas sus pertenencias y trasladarse a otra ciudad.

Aquellas pocas páginas sueltas, que leí con autentica fruición sentada junto a una claraboya y que hicieron asomar una infantil lágrima asombrada a mis ojos, me impulsaron a montar, con muchos de los juguetes almacenados y otros cuantos cachivaches viejos que allí se encontraban, con la inestimable ayuda de mis dos hermanos y con el imprescindible permiso paterno, un rastrillo en la calle al que pusimos el imaginativo nombre de "Todo a l peseta", en torpes y enormes letras rojas.

Al día siguiente el periódico local se hizo eco del negocio mostrando una fotografía muy graciosa de la cola de críos, zarrapastrosos de toda índole, con el que durante unas cuantas horas tuvimos que lidiar. Nunca me divertí tanto como aquel día. Compartí con los chicos, sin persecuciones, zancadillas, motes, insultos o peleas, aquella improvisada tienda a la que mamá, que siempre nos apoyaba, había enriquecido con unos zumos de manzana, ante cuya jarra se leía "a un real el vaso".

La otra lección práctica fue que, a nuestro pesar, nuestras ganancias tuvieron ser invertidas en una merienda en mi décimo cumpleaños, para todo aquel que había comprado y que presentaba la acreditación que entregábamos con los artículos vendidos. ¡Casi nada!

Creo que ahí nació mi vocación de comerciante que, mis estudios de arte derivaron en anticuaria. Pero, todavía ahora, cuando consigo colocar alguno de "mis invendibles", por caros o por trastos, recuerdo el cuento y el día.

Aquel día de verano supuso para mí, el cenit de la infancia y, todavía ahora, al revivir aquellos momentos, noto esa sensación de nervios en el estómago que producen la ansiedad, las expectativas y los sueños.

6 comentarios:

Francisco Méndez S. dijo...

Entretenido y delicioso cuento, mas aún que respetases las reglas.

Saludos

Caminante dijo...

Delicioso relato. Uno puede pararse a paladearlo, a disfrutarlo, a leerlo sin pausa, pero tampoco con prisa, como suele decirse. Felicidades.

jogonzaglez dijo...

Siete mágicas palabras para un relato.
Al llegar al momento cenital de una jornada sociolaboral intensa, que siempre trae cola a cierta edad, me encuentro una historia ansiada, ese relato que esperas como nunca. Un hermoso don de los que te ofrecen cuando ya casi nada te sorprende después de tantos aniversarios. Era un presente íntimo, de los que no ofertan públicamente en una almoneda, ni de los que te endilgan para sacarte de delante. Está dirigido a la colectividad humana por una bastante, según ella, descuajaringada señora das ribeiras do Toxa después de una prolongada, al menos para mi, ausencia motivada por asuntos luctuosos por lo que sé.
Bienvenida, de nuevo, a parte de tu mundo, el de la virtualidad creadora, en el que nos sorprendes con tu mente poliédrica.
Deseo que este saludo sea de tu agrado. Es mi intención sirviéndome de los vocablos que te inspiraron esa historia de cien vueltas.

Unknown dijo...

Como ya no me quedan adjetivos para tu imaginación y tu buen hacer ,,, simplemente me arrodillo y aquí así me hago menudita ante tí... señora de las divinas palabras, cuentos, relatos, micros, poemas y de todo lo que sea...
a ella retos...válgame el cielo¡¡¡¡¡

me encantó por si no lo había mencionado o no quedaba suficientemente claro

hoy sin bicos.... con un abrazo inmenso

Unknown dijo...

Nunca te he dicho que me lo paso divinamente cuando te leo????...pos si

entresuelos dijo...

Corría por nuestros días, un hermoso y caluroso verano de hace muchos años y estábamos de vacaciones escolares......estos detalles me encantan, tu relato es como un suave vaivén, muy lindo....saludos